GENERAL CABRERA: Albañil Asustado en el cementerio de Cabrera.

Quizás el Shhh no sea un muerto que pide silencio, sólo debe ser le shhhh de las lechuzas que habitan en la zona… Pero usted no escuchó un Shhh detrás suyo.

Centro- Este Redacción Enamorate de CórdobaRedacción Enamorate de Córdoba
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Un trabajador de la cuchara, como siempre en esta sección no publicamos el nombre para evitarle bromas, hacía poco tiempo que estaba en Cabrera y por unos días estaba sin trabajo, con la desesperación lógica que genera esta situación empezó a caminar la ciudad  y a buscar obras en construcción mientras los dichosos montículos de arena en la calle no aparecían.

Una mañana con gran expectativa salió a buscar conchabo y en una obra se entrevistó con otro albañil de Cabrera que necesitaba terminar un trabajo. El hombre le dijo que cómo no tenía referencias de su calidad como trabajador no podía ofrecerle un trabajo con un pago fijo por día, pero que le ofrecía a trabajar “por tanto” a revocar un grupo de nichos en el cementerio.

Por supuesto nuestro amigo aceptó de inmediato, ni siquiera fue hasta el cementerio para evaluar la obra necesitaba trabajar; tanto lo marcó la historia que hasta recuerda el importe de la paga; 30 pesos por el trabajo terminado, era lo que se pagaba en esos años por una semana de trabajo.

El joven albañil no se animaba a pedir dinero adelantado la primera vez que trabajaba para ese empleador y se propuso terminar los más rápido posible para poder llevar unos pesos a su familia; en su afán de concluir  urgente comía unos bocados y antes de la una de la tarde, muy cálido en verano, partía al desolado cementerio en ese horario. Sólo se veían algunas parejas indecentes que de manera tramposa se citaban en las inmediaciones del camposanto.

Una tarde calurosa mientras trabajaba hacía algo de ruido y en el mismo panteón, aún vacío, se escucha “Shhhhhhh” “Shhhhh”; el trabajador se da vuelta para ver quién lo llamaba y no había absolutamente nadie. Retorna a su tarea nuevamente y se escucha el “Shhhhhhh” “Shhhhh”; esta vez la inspección fue más exhaustiva y no había nadie en todo el cementerio. Dejó su tarea salió del cementerio y volvió recién a la hora que otros albañiles llegaban a su mismo lugar de trabajo.

Nuestro amigo es muy buen trabajador, por ello nunca le faltó trabajo, pero nunca más aceptó una changa en el cementerio por más buena que sea la paga y duda si aceptaría volver a trabajar al lugar que no visita ni siquiera cuando fallece un amigo.

Quizás el Shhh no sea un muerto que pide silencio, sólo debe ser le shhhh de las lechuzas que habitan en la zona… Pero usted no escuchó un Shhh detrás suyo.

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