GENERAL CABRERA: El misterio de la Campera de Jean

Tal vez todo sea mentira pero... usted no escuchó un ruido extraño detrás suyo...

Centro- Este Redacción Enamorate de CórdobaRedacción Enamorate de Córdoba
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En todas las Ciudades se repiten historias, mientras los años pasan y las hojas del almanaque se van cambiando, las mismas van mutando  de época y de escenario, unos le agregan detalles, mientras otros la repiten con tiempos verbales cambiados; entonces resulta complicado saber si en verdad sucedieron o si algún  trasnochado las contó en un asado mientras el nivel de bebida espirituosa de su vaso mermaba.

La historia de la campera de jean se cuenta como que pasó en General Cabrera, otras versiones hablan de Río Cuarto y algún historiador la ubicó en Pampayasta Norte, el misterio del lugar la hace más tenebrosa aún. Si usted es una persona impresionable, deje de leer, cambie de página, si está leyendo sólo en casa, espere que alguien le haga compañía.

Cuenta el mito urbano que corría el año 1987, cuando Marcos (el nombre lo cambiamos para no comprometer al protagonista) llegó a Cabrera proveniente de Aguilares en la Provincia de Tucumán por primera vez a trabajar en la desyuyada ; aquella tarea que a fines de los 80 generaba muchas fuentes de trabajo en la región del maní. Dueño de una belleza única, Marcos distraía la mirada de más de una mujer casada que lo veía por las calles de la Ciudad y la llenaba de oscuros y malos pensamientos.

Después de trabajar unos días en la zona de El Espinillal Marcos regresó a la vieja casona ubicada detrás de la fábrica Pecayna donde los trabajadores pasaban las noches a la espera de un nuevo lote lleno de malezas; como tenía unos pesos y no tenía familia para mantener en su tierra natal decidió gastar un poco de dinero en una noche de fiesta; se puso la nueva campera de jean, comió un sándwich de lomito en el Bar de Carbone, acompañado de un vaso de vino y enfiló rumbo a “Kebon” ubicada en la esquina de la plaza de Cabrera. La zona del recinto bailable se llenaba del aroma de los choripanes que “Tristán” vendía en su casilla en la misma esquina.

Sentada en el respaldo de uno de los sillones, cerca de los espejos, estaba ella, Carmen (otro nombre que cambiamos)  de inmaculado vestido blanco y triste mirada en sus ojos color de cielo. El ritmo de cuarteto sonaba en el equipo de sonido mientras todos danzaban en la pista sin reparar en la presencia de ella mientras su mirada se perdía en las lámparas de colores que encendían a ritmo de la música.

Cuando Leo Álvarez hizo girar en un disco negro de vinilo la versión lenta del tema “Cuando Agosto era 21” Marcos y Carmen se abrazaron en la pista y bailaban cada vez más apretados mientras se contaban sus vidas; el apuesto trabajador tucumano intentó besarla pero ella sólo aceptó un leve roce de labios.

Al salir del recinto bailable él propuso acompañarla a su casa, en las calles había refrescado y la niña no paraba de temblar, su piel estaba cada vez más fría; por lo que solidario joven le colocó sobre los hombros la flamante campera de jean. En una esquina de Cabrera la mujer le indicó cuál era su casa y le pidió que regresara  para evitar una mirada de su padre que esperaba despierto su retorno; siguió caminando con la campera sobre los hombros. Marcos dejó que la olvidara, sería la campera comprada en la tienda de Concari con su primer sueldo la excusa para volver.

Pasaron unos días, Marcos golpeó sus manos frente a la puerta entreabierta de la casa y cuando una mujer de mirada triste salió a recibirlo, preguntó por Carmen la mujer montó en cólera “… Demasiada pesada la broma …” dijo a los gritos; pero Marcos mostraba con su dedo índice la foto de Carmencita con vestido de gala que estaba en el living de la vivienda. La mujer más calma lo hizo pasar y entre llantos le contó que hacía diez años la jovencita había muerto mientras Marcos seguía afirmando haberla besado el sábado anterior en la pista de Kebon.

La madre llevó a Marcos al cementerio para terminar de contar la historia… Ambos temblaron y gritaron de espanto cuando llegaron a la tumba y allí estaba como recién dejada la campera de jean de Marcos.

Mito urbano o realidad…. dicen que el joven tomó el ómnibus de la empresa “La Victoria”, regresó a Tucumán y desde entonces nunca más salió de su Aguilares natal para ir a trabajar a otra Provincia.

Tal vez todo sea mentira pero... usted no escuchó un ruido extraño detrás suyo...

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