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RÍO TERCERO: Historia de la Ciudad
El origen del poblado original, se encuentra fuertemente vinculado al establecimiento de vías férreas de comunicación, caminos y luego ferrocarriles
Centro- Este Redacción Enamorate de CórdobaEste artículo es copia textual de la publicación oficial de la Municipalidad de la Ciudad de Río Tercero
Los primeros pobladores: asentamientos Aborígenes
La zona donde se ubica hoy la ciudad de Río Tercero fue un sitio de límites: hasta allí llegaban los Sanavirones (desde el Norte), los Comechingones (desde la zona serrana, al oeste) y los Pampa (que ocupaban preferentemente los llanos de la zona sur de la provincia).
Al momento de la fundación de la ciudad de Córdoba, en 1573, Jerónimo Luis de Cabrera encarga la realización de una especie de censo de población aborigen, que arroja un resultado de 30.000 personas en más de 600 pueblos. Pero se estima que sólo se contempló las zonas centrales y parte de las sierras que eran accesibles, por lo que se estima que habría no menos de 50.000 habitantes indígenas.
La zona ocupada por los Comechingones es la que actualmente ocupa la ciudad, era un pueblo agro- alfarero, que vivían en grupos familiares de menos de 50 personas, con un jefe de grupo; y en viviendas semi-enterradas de una profundidad de 1 metro y con paredes de piedra y techos de paja. Se han registrado por lo menos 90 yacimientos a los alrededores de la ciudad. Uno de los yacimientos más importantes localizados en el actual ejido urbano, se encuentra dentro del predio de Fábrica Militar Río Tercero.
Entre otros de los grupos autóctonos que poblaron la región se encuentran los Sanavirones. Estudios recientes parecen mostrar una continuidad cultural y étnica, entre Comechingones y Sanavirones, pero se establecieron algunas diferencias en la dialéctica y en los hábitos. Los sanavirones probablemente habitaban cerca de espacios húmedos como lagunas, utilizando viviendas de material perecible.
Los Pampas, tuvieron su hábitat predominante al sur del Río Quinto, pero puede afirmarse que lo cruzaron hacia el norte y al desplazarse se establecieron también en los actuales departamentos de Río Cuarto, Unión, Juárez Celman, Tercero Arriba y Tercero Abajo, es decir, todo el sur de la provincia. Formaron tribus nómades que vivían en toldos hechos de cuero.
Cuando llegaron los españoles…
En 1526 Sebastián Gaboto inicia su travesía y funda el primer asentamiento español sobre suelo argentino, internándose por el Río de la Plata y fundando en 1527 el fuerte de Sancta Spiritus, en el sitio donde el Carcarañá (formado por los ríos Tercero y Cuarto) desemboca en el Paraná.
Por orden de Gaboto partiría una nueva expedición explorando el Carcarañá internándose en territorio cordobés, encabezada por Francisco César, quién fue el primer blanco en pisar esta tierra, haciéndolo por el Río Tercero llamado por los indígenas Talamochita (tala y molle dos de los árboles predominantes en la zona). Algunas crónicas coinciden en que los resultados de esta expedición fueron la desaparición de muchos hombres de César y que a su retorno, no encontró más que restos del fuerte fundado por Gaboto, ante lo cual deciden volver por tierra adentro hacia la zona del Alto Perú, donde Francisco Pizarro acababa de apresar a Atahualpa.
En 1573, el Gobernador Jerónimo Luis de Cabrera, inicia una serie de expediciones dirigidas hacia esta región. Alrededor del 1617, existen aportes que citan dos pueblos indios ubicados en la zona del Río Tercero, usurpados por Pedro Villalba.
Estas familias, conformaban poblaciones autóctonas, que en su interrelación con los europeos y la ocupación de tierras por parte de estos, la creación de capillas, caminos y poblados, terminaron con la desaparición de las culturas indígenas. Las mercedes y las encomiendas de indios eran los medios con los que contaba España para retribuir los servicios prestados por sus súbditos, en la tierra de conquista.
Estos fueron dos de los mecanismos que produjeron la paulatina extinción de las culturas aborígenes. La cultura comechingona desapareció al poco tiempo que el conquistador se asentó y dominó estas tierras, ya que según José Biá -Historiador riotercerense- 50 años después ya nadie parecía saber nada más del idioma ni de la religión de los aborígenes. Otros científicos coinciden en que “el proceso de extinción se inició ni bien se funda la ciudad de Córdoba, acentuándose en la segunda década del siglo XVII y para 1770, en la provincia ya no quedaba población indígena autóctona”
El día que Río Tercero dejó de ser un sueño: La Fundación
El origen del poblado original, se encuentra fuertemente vinculado al establecimiento de vías férreas de comunicación, caminos y luego ferrocarriles; y a la ocupación de la tierra con fines productivos.
Hacia 1880, los intentos de colonización oficial en tierras cordobesas “no dieron en primera instancia los resultados esperados, por varias causas: la ausencia de comunicaciones seguras, especialmente de líneas férreas; la falta de empresarios colonizadores; la escasa ayuda brindada a los agricultores que se iniciaban que no alcanzaban a cubrir sus necesidades; la atracción que ejercían para los inmigrantes otras zonas de colonias como Santa Fe y Entre Ríos; la situación mediterránea de la provincia y finalmente la carencia de tierra fiscal, dado que los gobiernos, enajenaron o regalaron enormes cantidades de tierras fértiles.”
En 1873 se produce una marcada parcelación y venta de propiedades rurales y la instalación de nuevos dueños de los campos que se radicaron con el fin de comenzar a vivir y producir.
En 1914 se crea un nueva ley que establece el cobro de un impuesto agropecuario, que facilitó el fraccionamiento de las tierras que, hasta 1905, en la llanura cordobesa las propiedades de más de 5 mil hectáreas representaban el 77% de la extensión rural. Se fraccionaron así los grandes latifundios y se tendió a evitar la improductividad de la tierra.
En 1896, la ley provincial de colonización establece que los colonizadores deberán reservar cien hectáreas para villa y tener en cuenta en el trazado de la misma, manzanas rectangulares con costados de 100 o 150 mts. y obligatoriamente se debían reservar espacios para una plaza pública cada treinta urbanizadas y también espacios para la construcción de edificios públicos. Es bajo esta situación de contexto en la que se da la fundación de numerosos poblados, entre ellos Río Tercero.
Las tipologías de viviendas para la población rural de aquellos años, no variaban del rancho de paredes de adobe y techo de paja embarrada y en algunos casos de ladrillos. Asimismo los estancieros vivían en construcciones, que se destacaron por sus detalles de lujo para la época, realizados por constructores de las ciudades importantes incluso algunos del extranjero. Cabe destacar que uno de los peligros más notorios en la época, más allá de las sequías, los vientos y la plaga de langosta, eran el robo de ganado.
Tras la muerte de Eduviges Carmona, Capataz de la estancia de Don Tristán Acuña, su hijo Modesto Acuña, se traslada a vivir a las mismas, para hacerse cargo en forma personal de las tierras que hasta ese momento (año 1889) se dedicaban a la ganadería. Más tarde se dedicaría también a la siembra de maíz y en menor medida de trigo.
En 1873, el Ferrocarril Andino habilitaba un tramo entre Villa María y Río Cuarto y apenas iniciado el 1900, se comenzó a trabajar sobre la idea de comunicar la zona de Rosario con la ciudad de Córdoba, pasando por la localidad de Cruz Alta y a la vez trazar una vía entre Río Cuarto y Córdoba. El futuro trazado pasaría por las cercanías de la Estancia de la Media Luna , en la que vivía su propietario Modesto Acuña. Fue él mismo, quien donó parte de sus tierras para convencer a los empresarios ingleses para que la línea pasara por su campo.
En 1910 se comenzó el tramo de Cruz Alta (límite con Santa Fe) hasta Río Tercero. En 1913 se crea la Estación Modesto Acuña, en donde descargaban trenes que se proveían de agua, se hacía mantenimiento, se cargaban mercancías y pasajeros. La ciudad de Río Tercero, tuvo un origen fundacional fuertemente vinculado con la llegada del Ferrocarril y es este nuevo elemento urbano el que definió tanto la estructura, el paisaje y la función del pequeño poblado de principios del Siglo XX. A partir de su instalación, el ferrocarril se posiciona como el primer motor de desarrollo económico y poblacional.
Más tarde, en 1913 con la firma del Gobernador Cárcano, se aprueba oficialmente mediante el decreto 1184/13, los planos de referencia presentados por Don Modesto Acuña para la fundación del pueblo de Modesto Acuña en terrenos de su propiedad. En 1918 pasó el poblado a llamarse de Río Tercero.
Desde su fundación hasta la instalación de la Fábrica Militar Río Tercero pasaron veintiséis años y gracias al espíritu y el esfuerzo de los primeros pobladores se desarrollaban las actividades más destacadas que marcaban el pulso de la pequeña aldea: ferroviarios, comerciantes, hoteleros, boticarios, constructores, peones rurales, etc. También en esta época crecieron los primeros establecimientos educativos, clubes, la primera escuela “la fiscal” y la Biblioteca Popular ferroviaria, en la década del `10.
En la década del `20, tanto los inmigrantes españoles como los italianos crean instituciones, generándose así los primeros espacios de baile del pueblo; a partir de esto comienzan a aparecer los primeros grupos de teatro vocacional. También se crea la primer Parroquia.
En 1925, la localidad pasa a ser Municipio y se inician nuevas obras vinculadas con la generación de espacios recreativos al aire libre, como el Balneario Municipal y el Parque Infantil. Al mismo tiempo comienzan a especializarse más los servicios hoteleros, teniendo en cuenta el gran movimiento generado por el ferrocarril. Los mismos se ubicaron por calle Acuña, paralela a las vías y frente a la Estación Ferroviaria.
Uno de los hitos históricos más destacados de los años treinta, fue la apertura de la Cooperativa de Obras y Servicios Públicos de Río Tercero, ente que se desempeña hasta la actualidad y que genera obras de infraestructura pública de importancia como alumbrado público y la red de agua potable. Asimismo, se crea la caja de créditos de la Cooperativa , entre otras acciones de importancia. Esta institución tuvo una acción destacada dentro de la historia de Río Tercero.
Sin lugar a dudas, el hecho histórico que signó el futuro del poblado fue la instalación, a fin del `30, de la Fábrica Militar de Munición y Artillería, denominada más tarde como Fábrica Militar Río Tercero. En 1938, se coloca la piedra fundamental de una empresa estatal que, al instalarse en la ciudad, cambiará para siempre su perfil económico, demográfico, social y cultural: la Fábrica Militar Río Tercero. Montada sobre terrenos donados por la pareja Acuña - Marín Maroto, la empresa se dedica en primera instancia a la fabricación de armamento militar y más tarde se diversifica hacia la industria metalmecánica y química.
Este perfil industrial se consolida con la instalación de nuevas empresas como Atanor S.A., Petroquímica S.A. y una red de Pymes vinculadas al sector.
La familia Fundadora y las migraciones
En el año 1889, cuatreros asolaban estas tierras robando ganado, el capataz de los campos de Don Tristán Acuña, con asiento en las márgenes del Río Tercero (Ctalamochita), había sido muerto y enterrado con su caballo en una de las frecuentes incursiones de maleantes. Ante ello, se comisionó a su hijo Don Modesto Antonio Acuña para hacerse cargo de esta porción de sus pertenencias inmobiliaria, heredadas de padres y abuelos, quienes las habían adquirido mediante compra de una merced, en tiempos de la colonia.
Rodeado de estas excepcionales circunstancias, llega a estos lugares Don Modesto Acuña, sin saber que su nombre quedaría indisolublemente unido a la historia de estas tierras y de este pueblo. Radicado en la zona, contrajo matrimonio con Doña Zoila Torres, de cuya unión nació una única hija, Doña Zoila Rosa Acuña.
Doña Zoila Rosa Acuña, en el año 1912, se casó con Don Pedro Marín Maroto; matrimonio que también se halla entrañablemente unido al destino de Río Tercero y a la historia del progreso.
La actividad ferroviaria hizo que el movimiento de la ciudad se concentrara en las calles laterales, paralelas a las vías. De esta manera a lo largo de todo el predio de la Estación Ferroviaria , se levantaron una serie de equipamientos e instalaciones propias de la actividad como tomas de agua para cargar los trenes a vapor, galpones de mantenimiento, la Estación , el pozo para el giro de las locomotoras, entre otros componentes. Asimismo, en las dos calles paralelas ubicadas a los márgenes del mencionado predio, actualmente calles Intendente del Bono y Acuña, se levantaron una serie de edificios destinados a albergar las nuevas funciones: hoteles, comercios de ramos generales, boticarios, almacenes, etc.
En 1916 se terminó la obra de la “Villa Elisa”, una casona de tres plantas que tanto en el paisaje urbano de aquella época, como en la actualidad, se destaca como una obra preponderante, que remata el extremo Noreste del predio del ferrocarril. Esta vivienda perteneció al matrimonio formado por Doña Zoila Rosa Acuña y Don Pedro Marín Maroto.
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Este emprendimiento, que está ubicado en Av. Rafael Núñez 4580 -en el predio de la ex Casa China-
Forma parte de un gran corredor verde de la ciudad de Córdoba junto al Parque del Kempes, Parque del Chateau y la Reserva Natural Urbana General San Martín.
Fotos: Estefanía Bessone
La propuesta incluye la incorporación de juegos para niños, bancos, recipientes para residuos y una forestación integral de todo el espacio público.
VILLA DEL DIQUE:Vuelos en ´parapente en las sierras de Córdoba
Cada año se suman más y más parapentes que le dan color y también mucha adrenalina al cielo de Villa del Dique.
VILLA DEL DIQUE: Antigua Capilla San Casimiro
el predio funciona como residencia temporal de religiosos, misioneros y grupos juveniles.
Sus fundadores decidieron llamarla “Villa del Dique” por lindar precisamente con el Dique Embalse de Río Tercero, que fue inaugurado en el año 1934
Fue erigida gracias a la persistente gestión de todo un personaje de la zona: Don Francisco Ricciardelli.
VILLA DEL DIQUE: Avistaje de aves en Villa del Dique
un espectáculo de colores y sonidos que vale la pena admirar