BENGOLEA: ¿¿¿ El bandido rural “Mate Cosido” vivió en los campos de Bengolea???

Si por las oscuras noches de Bengolea usted ve una luz mala, no se asuste es el alma de “Mate Cosido” que sigue protegiendo a los pobres.

Centro- Este Redacción Enamorate de CórdobaRedacción Enamorate de Córdoba
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. Fotos Infobae

Fuentes de información: Wikipedia, El agrario, Infobae y Clarín . Fotos Infobae

Los mitos urbanos son historias que se cuentan de generación en generación, que nunca se pierden ya que los abuelos se las cuentan a sus nietos y a su vez éstos las seguirán contando; cuando estas historias se dejan plasmadas en un papel o en una página web ayudamos a que no se pierdan.

Hace unos días viajando desde Deheza a Cabrera, faltaba mucho para el horario del ómnibus, entonces me ubiqué en uno de los semáforos para ver si alguien me llevaba y así fue como me cargó una persona que me conocía por mi trabajo de contar mitos urbanos en páginas web y en mi canal de You Tube “Enamorate de la Ruta”.

Me contaron la historia 

Este habitual lector de los mitos urbanos me contó que su abuelo que trabajaba en los campos de la zona de Bengolea le había narrado desde niño que en sus habituales aventuras el bandido rural conocido como “Mate cocido” había pasado algún tiempo escondido, entremezclado entre peones rurales en campos ubicados en Bengolea; incluso algunos más osados se animan a decir que pasó en la zona los últimos años cuando por su deterioro de salud no hacía más sus aventuras.

Con la ayuda de Google intenté saber más sobre “Mate Cosido”   y descubrí que hasta Wikipedia le dedicó un capítulo pero leyendo varios artículos nunca nadie habla de su posible paso por Bengolea, así que me llegó a mis oídos una parte poco conocida, o tal vez mentira, de la vida del bandolero.

Desde Tucumán 

Segundo David Peralta o más conocido como Mate Cosido, según Wikipedia habría nacido en Tucumán un  3 de marzo de 1897 y habría sido visto por última vez en Chaco, 7 de enero de 1940, fue un bandolero calificado de "delincuente" por algunos y de "benefactor" o "rebelde" por otros, que pasó a ser un célebre personaje del folclore regional del Norte argentino. Así le decían por la cicatriz que llevaba en la cabeza (“el mate”), que lo hizo famoso en el litoral y el noroeste del país.

Era hijo de Julio Blanco Peralta y Rosa Díaz, un matrimonio de trabajadores que envió a sus cinco hijos a la escuela y los incitó a aprender un oficio que les sirviera para ganarse la vida. A los 13 años, Segundo David entró como aprendiz en la única imprenta del pueblo, donde también se transformó en un lector insaciable.

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El periodista fallecido Enrique Sdrech en su libro “Crímenes Famosos” argumenta que era reconocido por ser diestro tirador con su Colt 45, pero lo que nadie puede negar es que su nombre está en boca de todos los valientes que se animan a contar las leyendas más oscuras del ámbito rural.

Sus robos eran finos, delicados y pensados estratégicamente,  no se quedó con el simple hecho de llevarse lo ajeno, si no que apostó a más, estafando a multinacionales y a grandes productores. Su estrategia era vestirse de trabajador rural y utilizar falsos documentos, engañar y atacar.

Cuenta la historia que su primer robo fue a un productor italiano, dueño de una quinta que cultivaba sandías, los policías  sorprendieron mientras comía una porción bajo un árbol cerca de la zona, muchos afirman que esa detención fue violenta y que lo marcó para toda la vida, provocando que se involucre en el mundo de la delincuencia para siempre. Lo que empezó con un simple robo terminó en estafas y asesinatos. Otros dicen que ese primer robo nunca lo cometió y una versión sostiene que mantenía una relación clandestina con la mujer del comisario y que fue descubierto por eso lo acusaron de manera injusta.

Con el correr de los años se sumó a la banda del más famoso de los bandidos rurales; Juan Bautista Vairoleto; dicha banda era integrada por los más famosos delincuentes de la época, inmortalizados en la canción de León Gieco.

La manera en que operaban llamaba la atención por una verdadera “labor de inteligencia” previa a los asaltos, lo que los hacía muy eficaces y difíciles de capturar. La información la conseguían de muchas fuentes; prostitutas, policías corruptos e, incluso, de empleados de las compañías que asaltaban o de peones de los estancieros que secuestraban.

Sus blancos preferidos eran empresas como La Forestal, Bunge & Born o Dreyfus. Sabían cuándo y por dónde circularía el dinero de los sueldos desde el banco hasta la empresa y montaban exitosas emboscadas. En ninguno de esos casos hirieron a nadie.

También asaltaban trenes y perpetraron por lo menos cinco secuestras exitosos –con fuertes rescates – de estancieros y directivos de esas mismas empresas. Su fama por robar a los ricos les significó también cierto apoyo popular.

El problema surgió cuanto Mate Cosido quiso ser una especie de Robín Hood y obsequiar a familias carenciadas de la zona rural, parte de lo que venían robando, en ese momento sus socios no vieron con buenos ojos este acto y las discordias empezaron a salir a la luz. La desconfianza y la falta de compañerismo se empezaron a sentir cada vez más y así fue como la banda comenzó a tener desprolijidades, lo que llevó a la muerte de uno de ellos conocido como  “El Calabrés” en un robo, aparentemente ejecutado por sus propios compañeros, lo que llevó a que la banda se disolviera.

Cuando empezó a recorrer en solitario los campos “Mate Cosido” se convirtió en leyenda; los peones rurales  lo convirtieron en el perfecto Robín Hood de toda la región norte de nuestro país, un auténtico defensor de la causa de los pobres y de lo nacional y popular.

En un momento de su vida era buscado por la Policía que ofrecía una recompensa por su detención; fue tanto su coraje que le escribió una carta al director de la revista “Ahora” en 1940“Estoy enterado de la oferta de dos mil pesos que la Gendarmería promete por mi captura, pobre recurso de fracasados, eso es lo mismo que hacer confesión de incompetencia, lástima que mi detención haya sido cotizada a tan bajo precio, yo creía que a estas horas mi vida valía mucho más. Mis amigos chaqueños se ríen de la oferta y yo confiado duermo a veces en sus hogares, en la certeza que no seré vendido así nomás, algunas veces charlan conmigo al respecto y vierten opiniones, unos critican la bonita moral que quieren enseñar al pueblo, ser un traidor”, decía la carta.

Después de la publicación de la carta escrita desde Chaco no se lo vio más de manera pública; y tras un fallido intento de detención por parte de la gendarmería en Chaco, 7 de enero de 1940, no se supo más de él.

Algunos dicen que un disparo en la cadera culminó con su vida, otros comentan que escapando de la gendarmería llegó a un humilde hogar donde se encontró con un niño muy enfermo, los padres le comentaron que no tenía dinero para pagar un doctor, Mate Cosido salió en busca del mismo, lo trajo y luego de eso se esfumó. Otros argumentan que falleció en una especie de cueva secreta que fabricó para que la fuerza policial no lo encuentre.

Hasta Bengolea 

Con todas esas versiones periodísticas en mis manos y juntando la historia con lo que me contaron de Bengolea  se me ocurren dos teorías para esta narración; el abuelo de este hombre que me la contó admiraba a “Mate Cosido” y para que fuera más poética le agregó que lo había conocido en un campo cerca de Bengolea. Y si apuntamos la investigación a decir que esta historia es real no tiene nada de descabellado; ningún periodista pudo seguirle los pasos a “Mate Cosido” después de su enfrentamiento con Gendarmería en 1940; todo lo que se cuenta de su final no tiene pruebas; así que le agregamos una nueva teoría; ya retirado con su salud maltrecha pasó los últimos años de su vida en la zona de Bengolea hasta que la muerte lo encontró viejo y cansado pero jamás alcanzado por una bala.

Si por las oscuras noches de Bengolea usted ve una luz mala, no se asuste es el alma de “Mate Cosido” que sigue protegiendo a los pobres.

 

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