SANTIAGO DEL ESTERO: Un cordobés salvado por ángeles en la inmensidad santiagueña.

Esta vez sí siente un ruido detrás suyo no se preocupe… Son sólo las alas de su Ángel de la Guarda que hacen ruido al aletear…

Centro- Este Redacción Enamorate de CórdobaRedacción Enamorate de Córdoba
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Tras la publicación en la revista “Región del maní” de un hombre que se hacía pasar por un ángel en Santa Rosa de Calamuchita; un vecino de General Cabrera se acercó para contarnos una historia muy particular de la cual él cree que fue salvado por “Ángeles de la guarda”, o por seres humanos que cumplieron ese rol.

Para preservar la identidad de la persona que cuenta la historia le vamos a cambiar el nombre y lo vamos a llamar Gerardo; aunque todo lo relatado en esta nota es real.

A fines del año 2016 Gerardo venía viajando desde Tucumán tras participar de un evento en una camioneta Toyota rumbo a General Cabrera junto a un grupo familiar; de pronto se desencadena una discusión familiar, de esas que pasan en cualquier familia, el tono de voz de los participantes de la misma se torna más áspero y cada vez más fuerte.

Para terminar la conversación Gerardo decide bajarse del vehículo, toma su bolso y empieza a caminar; tal vez al tomar la decisión no se percató de una serie de detalles que podían ser mortales, estaba en la Ruta 157 casi en el límite de las Provincias de Santiago del Estero y Catamarca, el clima semidesértico y en horas de la siesta del mes de diciembre . Gerardo divisa unas antenas y empieza a caminar por el costado de la Ruta hacia el lugar que suponía cercano aunque después supo que estaba a unos 70 kilómetros del sitio que buscaba. El calor era agobiante, la presión sanguínea de bajaba y llegaban los mareos, ya no hacía dedo sólo caminaba, la sed era tanta que lo único que lo calmaba era saborear las lágrimas de su propio llanto.

Cuando seguramente iba a caer abatido, se detiene un auto un Citroën Picasso de la serie más antigua, en el viajaban cuatro personas  el papá morocho grandote, la mamá algo más baja y dos hijos  una  niña que recuerda se llama Camila de unos tres años y un niño de cinco años; lo más extraño es que no dudaron en llevarlo ya que al preguntarle a Gerardo donde iba nunca supo responder a ciencia cierta, sólo atinó a decirle que necesitaba un ómnibus que lo llevara a Córdoba.

Lo llevaron a un paraje cercano a San Pedro de Gusapampa donde había una pequeña terminal de ómnibus, nueva pero casi en desuso, dijeron que iban de unos amigos a ese poblado; mientras Gerardo ingresaba a la terminal nota que el auto se había parado a unas cuadras y la familia lo vigilaba; nadie atendía, no había ómnibus, ni horarios, ni personas, sólo la terminal, cuando el auto se aleja el cabrerense toma su bolso y enfila hacia la ruta nuevamente; sólo camina unos pasos y aparece otra vez el auto, el Picasso. El matrimonio cuenta una historia poco creíble de amigos que no estaban en su casa ignorando que Gerardo había notado que no fueron a ningún lado; lo invitan a subirse al auto y se ofrecen a llevarlo a la Ciudad de Santiago.

En el camino contaron que vivían en un pequeño poblado cerca de la capital santiagueña y que regresaban de un paseo; para llegar a Santiago transitaron una zona de cerros que el cordobés no sabía que existían en medio de la inmensidad santiagueña; tomaron la Ruta 64 , muy parecida a las Rutas de las  sierras de Calamuchita; en el viaje lograron que Gerardo contara su problema y lo invitaron a creer que Dios lo iba a ayudar a solucionar los conflictos.

Al llegar a Santiago Del Estero; lo dejan en una avenida y le explican cómo llegar a la Terminal; pero lo más insólito es que lo siguieron cuidando se pararon a una cuadra y seguían observando; Gerardo tomó un remiss rumbo a la terminal y nunca más los vio; la llegada a Cabrera desde allí da para otra historia ya que sin su DNI no podía tomar un ómnibus, pero nada tiene que ver con el Picasso.

Como Gerardo sabía que tras la pelea no iba a pasar Navidad con su familia toma una decisión, quería buscar a los “ángeles de la guarda” y visitarlos para decirles un Gracias enorme en la tarde del 24 de diciembre; suponía que la tarea era fácil, ya que el auto tenía un cartel que decía “transporte de personas a tratamiento de diálisis” algo no muy habitual. Publicó la búsqueda en muchas páginas de Facebook de clasificados, llamó a varias radios de Santiago, pero nadie conoce ni por casualidad a esa familia.

Tal vez los Ángeles de la Guarda nunca bajen desde el cielo, pero nadie puede explicar si el Picasso gris con cuatro ocupantes a bordo alguna vez existió en la Rutas de Santiago o si la ayuda fue celestial.

Esta vez sí siente un ruido detrás suyo no se preocupe… Son sólo las alas de su Ángel de la Guarda que hacen ruido al aletear…

283 gastronomico 01VILLA MARÍA: Lacteos La Ángela
255TOLHUIN: Una familia Cordobesa podría haber visto un fantasma patagónico sin saber de qué se trataba.

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