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La casa fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941 por ser el único exponente en su tipología de vivienda familiar del período colonial
Nadie supo jamás si tenía poderes o cómo hacía los trucos… Pero usted no vio pasar un hombre volando detrás suyo.
Centro- EsteGeneral Cabrera a lo largo de la historia contó con la presencia de visitantes ilustres, y algunos no tanto ya que pocos habitantes recuerdan su paso pero al fin de cuentas son historias que merecen ser contadas.
En realidad esta historia tuvo un pasaje por la Ciudad de General Cabrera pero se inicia en la localidad de Berrotarán, allá por el año 1962, con la llegada de un misterioso personaje que a la hora de contar la historia le ponen en mote de “mentalista”.
Al parecer Aníbal Sosa, conocido por el nombre artístico de Fantomas, era un misterioso joven de unos 20 años oriundo de México; llegó a Argentina con la intención de montar un espectáculo de mentalismo pero fracasó en el intento y nunca lo pudo lograr. Transitaba la Provincia de Córdoba con los últimos pesos en sus bolsillos hasta que el destino le jugó una nueva mala pasada; delincuentes lo asaltaron y perdió sus últimos ahorros. Desde la Ciudad de Córdoba tomó un ómnibus hasta donde le alcanzaba el efectivo; y su recorrido por esas cosas de la vida terminó en Berrotarán. Al llegar a la Ciudad se hace amigo de Rubén Esudry, un conocido vecino que le ofreció la posibilidad de hospedarse en el hotel de la localidad.
A los pocos días el visitante le dijo a sus nuevos amigos que en realidad era mentalista e hipnotista y para el asombro de los berrotaranenses le leía la mente a cada persona con la que conversaba contándole situaciones de su pasado; lo que se les cruzaba por la mente de inmediato era reproducido por Fantomas; nada le era imposible. Hacía hipnotismo en los bares y asombraba a todos con sus trucos; a un conocido peluquero de la localidad lo hipnotizaba y lo hacía hacer tonteras a la vista de todos los transeúntes en el centro de Berrotarán.
Les contó que había salido de México perseguido por la justicia ya que había hecho trabajos de hipnotismo para que declararan los presos en las comisarías con hipnotismo , y había colaborado con cirugías sin anestesia; dos tareas prohibidas por la ley en dicho país.
Con ayuda de sus amigos Rubén Esudry y José Lo Duca finalmente pudieron montar el show que no había podido montar Fantomas, recorrieron los teatros de la zona con el espectáculo que en aquella época sin Internet ni redes sociales se difundía de boca en boca; pasaron por Elena, Los Cóndores y General Deheza hasta que el espectáculo recaló en Cabrera; los narradores de la historia no recuerdan el lugar de la cita pero habría sido en la “Sociedad Italiana”, donde hoy funciona el Teatro Municipal.
Llegó a Cabrera y para promocionar el espectáculo montó un show en la plaza local, pidió que le prestaran un auto, se vendó los ojos y dio la vuelta a la manzana de la misma, manejando con los ojos vendados pasando por la Comisaría, la Iglesia, el Banco Nación y volviendo al palacio Municipal y la segunda vuelta era con obstáculos, los vecinos le ponían al paso sillas, peatones y objetos. Ese show fue suficiente para llenar el recinto a la noche.
En el espectáculo le pedía a personas del público que pensara su propio número de Documento y él lo adivinaba, tomaba un objeto de un vecino y le decía parte de su pasado y a hasta se aventuraba a decir algo del futuro. Una mujer del público recogía entre los asistentes al espectáculo objetos, mientras Fantomas tenía los ojos vendados; unos ponían un reloj, otros un sombrero, un abanico, un pañuelo o el anillo de casamiento; al llegar la casa al mentalista devolvía el objeto a cada persona sin equivocarse, lo más insólito era que lo llamaba a cada persona por su nombre y apellido sin haberlos conocido antes. La parte más aplaudida del show era cuando ponía una persona sobre el respaldo de dos sillas, las retiraba y la persona quedaba suspendida en el aire.
“El Mago” como le decían algunos practicaba levitación, lograba levantar su cuerpo en la casa de los amigos de Berrotarán sin tocar el suelo; pero no lo hacía en los teatros ya que para que llamara la atención consideraba que debía elevarse más de un metro y para ello le faltaba mucha práctica.
Una noche en una cancha de bochas en Berrotarán había un hombre que estaba en silla de ruedas desde hacía un año; a través de ilusionismo logró que caminara; aunque el efecto de la sugestión sólo duró unas tres horas, pasadas las mismas el hombre volvió a su silla de ruedas. En uno de los espectáculos le dijo a un espectador que volviera rápido a su casa que un familiar suyo tenía un problema de salud; ese mensaje le habría salvado la vida. Tuvo propuestas de armar un grupo para robar el banco pero Fantomas respondió que usaba sus poderes sólo para hacer el bien.
Gracias a la recaudación en los teatros de la zona pudo pagarse el boleto en avión y retornar a su México local; durante un tiempo intercambió cartas con sus amigos de Berrotarán pero después perdieron contacto y nadie supo que fue de la vida del “mentalista” o “mago” que dejó sus recuerdos en la zona.
Nadie supo jamás si tenía poderes o cómo hacía los trucos… Pero usted no vio pasar un hombre volando detrás suyo.
Para redactar esta crónica nos basamos en dos entrevistas periodísticas de Valeria Vaira de Radio Berrotarán .
La casa fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941 por ser el único exponente en su tipología de vivienda familiar del período colonial
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