CERRO NEGRO: El primer pueblo “Anarquista” de la Provincia de Córdoba

Hoy sólo quedan algunos pobladores y tiene algunos edificios abandonados.

Fotos: Cadena 3

Influenciado desde un primer momento por ideales anarquistas sucedió en octubre de 1944, cuando un laborioso herrero, un refugiado de la Guerra Civil Española y una maestra de escuela decidieron hacer una sociedad para concretar un sueño fundacional: generar un pueblo con todo lo necesario para gozar de las vacaciones propias y ajenas, así nacio “Cerro Negro” . Esta sociedad hizo mucho más que lo que correspondería a un pueblo de estas características (típicamente comercial), porque los fundadores desarrollaron una incansable actividad en pro del crecimiento de la población.

¿Por qué se lo llama "pueblo anarquista"?

Su creador, Diego Abad de Santillán, fue un anarquista de raíz que traía a la rastra la historia apasionada y trágica de la Guerra Civil Española, donde había llevado una vida de militancia, combates y cárceles producto de su lucha contra el franquismo

Diego Abad de Santillán que compró terrenos en la zona en 1942 y se trasladó desde su Santa Fe natal. A los pocos años, comenzó a lotear el lugar y a traer a otros amigos. En 1952 se fundó la cooperativa, de la mano de un hombre que vino desde Buenos Aires.

A los pocos años, el sitio ya contaba con una hostería, una escuela y una sala de primeros auxilios. Sin embargo, no prosperó. A los pocos años, el pueblo empezó a despoblarse. Hoy sólo quedan algunos pobladores y tiene algunos edificios abandonados.

Para llegar a Cerro Negro (a 130 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba) caminos de tierra y pocos carteles que guíen los pasos. Desde Córdoba se puede transitar por la ruta nacional 9 norte hasta el empalme con la ruta 60, por allí se debe seguir hasta la localidad de Sarmiento, desde donde hay dos caminos posibles, ambos de tierra, pero rodeados de una gran belleza. Uno de ellos pasa por Ischilín Viejo, desde donde hay que continuar unos 10 kilómetros más. El otro es el que conduce a Cañada del Río Pinto, pasando por Villa Albertina, desde donde hay que continuar cerca de cuatro kilómetros más.

Actualmente, residen alrededor de 30 personas de las cuales 3 o 4 son primarias. Hace unos meses cancelaron la escuela de allí, provocando un exilio hacia un pueblo con educación. Todos los servicios necesarios se encuentran en Villa Albertina, que es el pueblo aledaño.

Con caminos difíciles para los colectivos, los servicios no están a la orden, obligando a sus habitantes a caminar a quienes no poseen vehículos para trasladarse y únicamente se puede acceder en auto al lugar.

La falta de servicios es, en verdad, la razón por la cual se lo denomina a este, un pueblo "fantasma". No hay agua potable ya que allí, el agua es salada y tampoco hay empresas que la provean. No hay vehículos de transporte públicos y pocos autos propios.

El centro de atención primaria de salud no posee ni un enfermero y para acceder a servicios médicos, se debe recurrir a otra localidad denominada "Salado". En cuanto a la comida, viven de animales que ellos mismos crían.

La aventura de fundar Cerro Negro fue la obra de dos hombres y una mujer: Abad de Santillán, su hermana Julia García, y el marido de ella, Jaime Moragues. La mujer y su esposo vivían en Santa Fe, donde ella era activista del gremio docente y él un herrero de convicciones libertarias, y con el tiempo se convertirían en los mayores impulsores del proyecto.

En 1942 habían comprado los terrenos, que empezarían a lotear entre camaradas, amigos y conocidos, y al año siguiente ya habían levantado el tanque de agua y la hostería. En 1944 funcionaba una sociedad de responsabilidad limitada, y en 1952 se fundó la cooperativa con el aporte de José Cielo Rey, un empresario de Buenos Aires de origen cubano, que había llegado a la villa unos años antes traído por Santillán, con quien compartía sus ideas anarquistas.

Los servicios se manejaban en forma comunitaria, las actividades eran casi siempre colectivas y hasta los administradores de la hostería, Jaime Ronda y su esposa Catalina, eran anarquistas, y sus huéspedes eran docentes, empleados públicos y obreros santafesinos que compartían sus ideas.

Según la ideología de sus habitantes , la lucha de clases era reemplazada por un concepto más amplio al plano del enfrentamiento entre oprimidos y explotadores. Entre los oprimidos, no sólo estaban los obreros, sino también, los intelectuales, comerciantes y profesionales. Del otro lado, el ejército, la Iglesia, y el sector empresarial. Esta ideología tuvo su epicentro en Buenos Aires, donde la huelga general se convirtió en el arma política anarquista

El anarquismo asumió gran influencia sobre los sectores más vulnerables, que encontraron en los centros y clubes, lugares donde integrarse a la sociedad argentina y satisfacer sus necesidades. El pensamiento ácrata, -una sociedad sin gobierno-, no renegaba de la acción política, sino de las prácticas políticas representativas vinculadas al parlamento y al electoralismo.

Finalmente, en 1912 con la ley Saenz Peña y la ampliación del voto, se dió el comienzo del fin del movimiento anarquista. La ampliación electoral fue convirtiendo a los trabajadores en ciudadanos y alejándolos del concepto anarquista que no pudo modificar sus ideas.

Más allá de haberse ido despoblando y de convertirse en un pueblo fantasma, este lugar ofrece la aventura de disfrutar de sus paisajes y de saber valorar la vida de sus pocos pobladores.

Para los que les gusta caminar; a partir de la localidad , por el cordón norte del cerro Negro se puede caminar siguiendo en subida hasta el lugar denominado “La Pared”, donde comienza un ascenso abrupto y dificultoso, al final del cual se aprecia una excelente vista del valle de San Javier, llegando a 2.520 metros sobre el nivel del mar. Ese es el límite. Aunque parezca y sea complicado, el mérito de llegar a la cima es el mejor regalo que uno se puede hacer, además de poder estar, disfrutar y ser parte de un lugar tan cordobés como desconocido.

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