ALTA GRACIA: La Niña de blanco camina por los pasillos del cementerio.

Tal vez las damas de blanco no existan… pero usted no vio algo raro en su última visita a un cementerio.

Calamuchita- Paravachasca Escribe Gerardo “Tito” Bessone.
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Hace algunos años tuve la posibilidad de visitar el cementerio de la Ciudad de Alta Gracia, en realidad no bajé mi cámara de fotos; mi intención era visitar la tumba de un Sacerdote que varios años después de su fallecimiento abrieron su ataúd y estaba intacto. En realidad esa historia era complicada seguirla ya que hay cierto hermetismo por parte de las propias autoridades de la Iglesia; aunque los empleados del camposanto fueron muy amables con migo y me ayudaron en la búsqueda yo tenía el año del fallecimiento y el nombre completo del Sacerdote pero loa prolijos archivos informáticos del Municipio me jugaron en contra y nada había allí; uno de ellos me dijo que había escuchado que al cadáver del sacerdote lo habían llevado sus familiares a Río Tercero, pero ningún familiar respondió a mis mensajes.

Después de ese evento escribí varias notas sobre fenómenos que se dan en el cementerio de Alta Gracia; parece ser que ese lugar muy limpio y prolijo guarda en sus fríos pasillo historias de misterio que toman cuerpo durante las noches.

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Al publicar hace unos días en www.regiondelmani.com.ar una historia que tiene como lugar de origen el cementerio de la localidad de Juárez Celman, en las inmediaciones de Córdoba Capital, como dicha historia se viralizó, un lector de la web oriundo de Pocho en el Noroeste de nuestra Provincia nos comentó que siempre escuchó la versión por parte de sus familiares de la Ciudad de Alta Gracia que en los pasillos del cementerio de dicha Ciudad del Tajamar aparece una niña vestida de blanco que asustó a más de uno que se animó a adentrase en el camposanto en horas nocturnas.

Mujeres de blanco o “damas de blanco” es una de las frases que más escuché desde que comencé a redactar la sección “Misterios de contratapa” en la desaparecida revista de papel “Región del Maní”; parece ser que es la manera más común de mostrarse por parte de aquellas mujeres que nos dejaron para irse al más allá.

La “Dama de Blanco” más conocida está sepultada en el cementerio de La Recoleta; Luz María Vellozo, hija del dramaturgo Enrique García Velloso, uno de los padres del teatro nativo, apenas pasó quince años por el mundo. Una leucemia le arrancó la vida en 1925. Su madre, cerca de la locura, pasó meses entre lágrimas y sin más lecho que un hueco de la cripta. Cinco años después, un dandy porteño descubrió a una chica que, cerca del cementerio, sollozaba sin consuelo. Se acercó a ella, le regaló un fino pañuelo para que enjugara sus lágrimas, y tomaron un café en "La Veredita", que años después sería "La Biela". Ella le dijo "me llamo Luz María". Hacia la noche, por piedad o por súbito amor, él la besó…, pero sólo precipitó su fuga. "Tengo que irme, tengo que irme", dijo, y al levantarse volcó los restos de su café en el saco del dandy… Que la siguió hasta que ella se confundió con la bruma. Desesperado, el joven golpeó con furia el lúgubre portón, hasta que apareció el cuidador nocturno, que lo dejó entrar. Ambuló entre tumbas, hasta que bajo el frontispicio con el nombre de la niña y su estatua de purísimo mármol, ¡estaba su saco, manchado de café! . Entró en la historia del cementerio como "La Dama de Blanco". Y siempre hay una flor, fresca y recién cortada, entre sus manos.

Tal vez las damas de blanco no existan… pero usted no vio algo raro en su última visita a un cementerio.

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