GENERAL LEVALLE: La historia de amor más hermosa… El campo de la guitarra.

Como el amor nunca muere, seguramente se reencontraron en el cielo para jurase amor eterno, y desde allí mirar la guitarra que nunca se animó a mirar desde un avión.

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Foto de la guitarra A 24.com … Foto del autor “Diario de Rivera”

Muchas parejas se juran amor eterno, más allá de la muerte, pero ¿Todos están dispuestos a cumplirlo?, en el sur de nuestra Provincia de Córdoba, la estancia “La guitarra” es una prueba de que la muerte jamás separa a las personas que se aman.

Esta hermosa historia de amor tiene su más linda prueba en la zona rural de General Levalle, al sur de nuestra Provincia de Córdoba. La estancia La Guitarra está ubicada al norte de la localidad  a unos 19 kilómetros.

En el casco de un establecimiento rural ocupa unas 24 hectáreas y  sus combinados de árboles le dan una foto perfecta de una guitarra, formada por  Pinos Cipress Californianos, las seis cuerdas con eucaliptos medicinales de color azulado y el puente está delineado por cipreses de piña. Según su creador, sembró más de 7000 árboles de diferentes especies con el objeto que su Flora y compostura, diera la forma perfecta de una guitarra; de allí su nombre en la actualidad, "Estancia La Guitarra".

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La historia de amor eterno surge en la década de los 70 cuando Pedro Martín Ureta enamora y luego se casa con Graciela Yraizoz; los lugareños  dicen que Ureta fue un bohemio, que viajó por Europa y se codeó con artistas y revolucionarios. Al regresar al país, a los 28 años, en la década del 60, su corazón quedó cautivado por el de Graciela Yraizoz, una joven que tenía 17 años.

Graciela había visto un casco de estancia que tenía forma de balde y le contó a Pedro que le gustaría que el casco del campo de ambos tuviera la forma de una guitarra; la mujer tocaba dicho instrumento y amaba la música.

La historia de amor tuvo un final inesperado ya que Graciela fallece muy joven en el año 1977 con tan sólo 25 años; Tuvo una ruptura de aneurisma cerebral, un debilitamiento en la pared de un vaso sanguíneo que terminó por explotar. Se fue del mundo mientras llevaba en el vientre a quien hubiera sido el quinto hijo de la pareja.

 Pero Pedro no creía en aquello de “hasta que la muerte los separe” y decidió cumplir el sueño de su amada para que ella la viera desde el cielo; mientras él se ocupaba de criar a los hijos que tuvieron. Para poder hacerla, consultó a varios paisajistas. Muchos no llegaron a comprender lo que él quería hacer. Por eso se convenció de que debía hacerlo por su cuenta, y dedicó su tiempo realizar la obra que siempre Graciela quiso ver; trabajó sin parar durante 5 años.

Cuando los árboles fueron plantados tenían entre 15 y 25 centímetros, después de varios años, los árboles crecieron, florecieron y la guitarra alcanzó su total esplendor.

Nunca vio su obra desde el aire

Paradójicamente su creador nunca la pudo observar en toda su dimensión, ya que tenía miedo a  volar. Sólo sabía que su trabajo había sido logrado a través de fotografías que le acercaban aquellos que la divisaban desde el aire. Unos años atrás, había comentado su deseo que, una vez que él ya no estuviese, el lugar sea preservado como patrimonio natural provincial.

Pedro le dijo al periódico Diario De Rivera: “Surgió la idea cuando estábamos en la provincia de Buenos Aires. Ella había aprendido a dibujar para hacer esto. Me acuerdo de que en un momento vi el dibujo de la guitarra, la agarré de la punta y me di cuenta de que en las cuerdas había un bulevar perfecto. Después de que ella murió, pensé: en su recuerdo lo voy a hacer”.

“Miren este árbol. Es un señor. Para tocarlo hay que pedirle permiso. Miren el color”, insistió en la entrevista con la corresponsalía del diario La Voz en la misma nota dijo haberse inspirado en el Taj Mahal.

El crecimiento de los árboles y sus frondosas copas verdes fueron definiendo aún más cada detalle: desde las cuerdas, las clavijas y la estrella del centro de la guitarra. Por tierra, es como ir recorriendo un pasadizo de árboles perfectamente alineados.

Aviadores

Los aviadores, desde siempre, fueron los sorprendidos por la obra, se dice que al pasar por primera vez suelen girar sobre la guitarra con sus aviones; muchas veces ellos no conocen la historia de amor que hay tras ese monte tan particular; desde el aire se ver como un dibujo natural inmenso, elaborado con mucha precisión y detalle, llevando a cada persona que la vea con mucho asombro y sienta admiración por la obra.

Si bien la obra de arte tiene muchos años; sólo era apreciada por algunos pilotos de aviones hasta que allá por mediados de la década del 90 y cuando el sur cordobés lidiaba con las aguas de las inundaciones, en un vuelo por la zona, un fotógrafo del diario  Puntal de la Ciudad de Río Cuarto descubrió esa obra de arte que sólo puede ser vista desde las alturas.

Su creación artística fue reconocida internacionalmente llegó muy lejos, hasta en  2011 fue publicada por The Wall Street Journal.

En 2016, la propia NASA fotografió al sur de Córdoba y quienes analizaron la foto quedaron maravillados por la obra de arte.

Ignacio Ureta uno de sus hijos en una nota al sitio web A 24 contó : “Cuando los árboles fueron plantados tenían entre 15 y 25 centímetros. Al plantarlos de ese tamaño sus raíces no estaban enroscadas en las macetas que los contenían, lo que en teoría les permitiría un crecimiento más rápido y fuerte. Como contrapartida, los hacía vulnerables al daño causado por las liebres y los cuises”… “Ella en su juventud ansiaba crear un lugar ideal para criar a sus hijos y vivir con mi papá, pero el destino no se lo permitió”.

“La Guitarra se expresa desde el aire como un dibujo natural inmenso, de precisión y detalle, llevando al observador al asombro desde cada perspectiva que se la contempla”, agrega Ignacio.

Pedro Martín Roberto Ureta, el vecino de la localidad que con más de 7.000 árboles dio forma a una guitarra y asombró al mundo cuando aviadores descubrieron su obra, falleció en el año 2019 a los 79 años y fue al encuentro de su mujer, Graciela Yraizoz, quien murió en 1977 cuando tenía 25 años.

Como el amor nunca muere, seguramente se reencontraron en el cielo para jurase amor eterno, y desde allí mirar la guitarra que nunca se animó a mirar desde un avión.

Fuentes de Información: Ser Argentino,  Puntal, Crónica, Diario de Rivera, Infocampo, La Voz.

Foto de la guitarra A 24.com … Foto del autor “Diario de Rivera”

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